jueves, 15 de julio de 2010

Corazón Azul y Blanco

12 de Julio de 2009 La Plata
Esa mañana Luciano se levanto temprano. No era una mañana más, ni un día más. Ese día podía ser tanto uno de los más felices y gloriosos de su vida como uno de los más tristes. La angustia le consumía el pecho y se lo cerraba al punto de no poder tragar mas que un poco de un té que se había enfriado de tanto revolverlo con la cuchara. En su mente se dibujaban momentos totalmente contradictorios algunos lo hacían sonreír otros le hacían caer un par de lágrimas; y cambiaba de un estado a otro en cuestión de segundos.
Su mamá le preguntaba “¿Qué te pasa Lucho?” pero él no contestaba, quería hacerlo, pero no le salían las palabras. Para colmo las horas no pasaban, cada minuto se hacía eterno y la ansiedad cada vez lo consumía mas. Un rato mas tarde se levantó el padre, nervioso igual que Lucho pero un poco mas relajado. Puso la pava, preparo el mate, sacó los anteojos, se sentó y abrió el diario directamente en la sección deportiva. “ESTA TARDE CUESTE LO QUE CUESTE” rezaban los títulos, Lucho no quería ni mirarlo, intentaba abstraerse de esa realidad tan dura que tenía que vivir, intentaba apurar al tiempo para que el momento llegase cuanto antes, por más duro que fuera, cuanto antes, mejor.
Llegó la hora de salida a la cancha, el reloj marcaba las 11:30 de la mañana, el partido era a las 14. Todavía faltaba una eternidad, pero igual mejor en el templo, preferible vivir la angustia, la ansiedad y la ilusión ahí, en NUESTRA casa. Al entrar a la cancha se veían muchísimas caras parecidas a la de Lucho todas mostraban esperanza, angustia, preocupación, ansiedad, muchos sentimientos reflejados en un solo rostro. En cada rostro de cada tripero que entraba a su templo para vivir esa batalla en carne propia.
La hora se acercaba y el estadio cada vez se mostraba mas lleno. Las charlas en general eran optimistas, pero todos sabían que era muy difícil. Lucho seguía sin hablar estaba sentado en el último escalón de arriba de la tribuna del bosque sobre el costado derecho casi llegando a la ochava, con su pullóver colgado en el paravalanchas. El puño del pullóver le acariciaba la cabeza por el viento, como haciéndole un guiño, diciéndole que se levante, que todavía faltaba mucho, todavía se podía.
Faltaba media hora para que empiece el partido. Lucho se levanto y siguió a la multitud “HOY HAY QUE GANAR BASURERO, HOY HAY QUE GANAR”. Y no sólo había que hacerlo, sino que por tres goles. Había que conseguir una diferencia que no se podía lograr hace mucho tiempo, para mantener la categoría. Cuando Lucho cantaba y pensaba en eso parecía que los escalones desaparecían, que el abismo se lo comía.
Salió Gimnasia a la cancha y el estadio explotó. Al igual que el corazón de Lucho “PORQUE TE ALIENTA TODA LA 22” clásico grito de la salida del equipo y a Lucho se le cayeron sus primeras lágrimas. El partido empezó y con cada jugada que pasaba el corazón de Lucho parecía pararse. El alma le daba vueltas por la cabeza tenía un quilombo indescriptible dentro de su cuerpo lleno de sensaciones encontradas que no podía terminar de descifrar. El tiempo ahora pasaba a pasos agigantados, los minutos parecían segundos, se esfumaban tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos había terminado el primer tiempo.
El descanso encontró a Lucho otra vez sentado en el mismo tablón con la cabeza gacha pensando qué podía pasar y qué no. La cabeza le daba vueltas, pero había un sentimiento que le ganaba a todas las otras sensaciones que se encontraban dentro de el. Si había que morir lo iba a hacer de pie. Como buen tripero que NUNCA ABANDONA, como buen tripero que alienta EN LAS MALAS MUCHO MAS. Lucho se levanto y pronuncio fuerte el clásico “DALE LOBO, DALE LO…” ese que tanto contagia, que tanto infla el pecho, que tanto hace poner la piel de pollo (porque para gallina esta river). Y así fue, contagió. El estadio se puso de pie y estallo en ese mismo grito común. “DALE LOBO DALE LO…” que tenia un único mensaje “SE PUEDE”.
Arranco el segundo tiempo y los minutos cada vez pasaban más rápido. Las jugadas de peligro se esfumaban y las lágrimas de los hinchas parecían inundar el estadio. Hasta que llego el gol de Alonso. Iban 29 minutos, faltaban 2 goles más. Estaba más que difícil pero no imposible. Algunos corajudos comenzaron con el “VAMOS LOBO VAMOS, PONGA HUEVO QUE GANAMOS”. Otros como Lucho prefirieron el silencio, puño apretado para festejar el gol pero todavía faltaban 2 mas y no había tanto tiempo.
Los minutos corrían ahora todavía mas rápido, el cronometro marcaba 40. “Ya esta, no nos salva ni Copperfield” –pensaba Lucho-. Se le cruzaban por la mente las camisetas de Unión de Santa Fe, de Aldosivi, entre otras de equipos de otra categoría que hacia más de 20 años que no jugaban frente al lobo. Parecía imposible. Pero era así. El abismo estaba cada vez mas cerca.
Minuto 44. Aued llega a tres cuartos de cancha y practica un centro que pasa por encima de toda la defensa de Rafaela y todos los delanteros del lobo, pero por atrás aparece el que nadie tenia en cuenta, Franco Niell y de cabeza la manda adentro. Esta vez el corazón parecía estallarle “GOOOOOOOOOOOOLLLLLL”. El estadio estallo en un grito que se confundía con los ahogados llantos. Faltaba 1 minuto, más los 6 que había adicionado el árbitro. Lucho no sabia que hacer, las lagrimas se confundían con la esperanza, y la historia hacia eco en su conciencia y en su corazón “¿Otra vez nos vas a dejar en la puerta Dios?” –se preguntaba-.
Y paso lo que ningún tripero esperaba. 47 minutos, la toma Cuevas en el vértice del área esquiva un defensor y mete el centro, calcado al anterior de Aued y por atrás, otra vez Niell, otra vez de cabeza, ponía el tercero. Lucho se agarro el corazón con la mano y vio sin sorprenderse que no era rojo, era azul y blanco y se lo puso de nuevo en el pecho para poder gritarlo. “GOOOOOOOOOOOOLLLLLLLLL”. Otra vez el llanto invadió las tribunas pero esta vez era llanto de felicidad, de alegría, de emoción, de esperanza, de ilusiones renovadas que nacían en Lucho y en todo el pueblo tripero.

Jorge Hernán Martínez. La Plata.-