martes, 18 de mayo de 2010

India y el sueño de las tres rosas

India sueña que pare margaritas… de su vientre se desprenden incansablemente tres margaritas azules y blancas. Se desprenden de su vientre con dolor, y en cada grito comprende el infinito… ve sus manos abiertas, las ve temblar, moverse, agitarse. Entiende entonces los nombres que duermen en la eternidad de las promesas…

India despierta -“¿Cuántas veces pensar en vos? ¿Cuántas veces se puede pensar en vos? Te lo dije, sos el amor de mi vida. ¿Y el dolor? me preguntas vos, sonrío con calma y te digo que te amo hasta sangrar, y que mi sangre se derramará sobre la tierra para hacerla fecunda”-.

India se retuerce entre las sábanas y su marido. -“Si ya te están velando y yo todavía te siento respirar. Y aun así -piensa India- tu muerte no será más que el sueño de los mediocres, que siempre te imaginan muerto, que juegan con tu muerte y con tus muertos. Te amo porque estoy hecha de lo mismo que vos… y que duela todo lo que tenga que doler”-.

India sabe que tiene el corazón en la mano y las tripas enredadas en la garganta. Y muere de dolor. Y quizás dentro de unos años le duela aun más. Pero no le importa, que duela todo lo que tenga que doler y que se deje de joder. Quiere festejar, quiere abrazar a su gente, y gritar casi sin voz, gritar que esta vez cambiamos la historia, contra todo pronóstico, contra todo periodismo mal intencionado, contra todo poder político, contra todo interés económico, contra toda maldición, contra todo brujo ricachón globalizado. Y la historia seguramente va a seguir cambiando, y no porque tenga que cambiar, sino porque vamos a arrebatar su curso, de guapos no mas…

India recuerda que soñó que paría tres margaritas azules y blancas, y en la inconsciencia del parto prohibido, imposible, soñó con el parto de un pueblo maltratado, un pueblo digno, con la humildad del que se siente importante con lo que tiene y no se arrodilla ante lo que perdió… entonces se pregunta ¿cuántas veces pensar en vos… cuántas veces se puede soportar pensar en vos? India piensa una vez más en su hinchada. Comprende en un segundo la felicidad infinita que posee dentro. Somos felices, esa es la diferencia, eso es lo que nos hace únicos, sabemos llorar, sabemos sufrir, sabemos de malos tratos, sabemos de injusticias y sin embargo, al final, seguimos siendo felices. Somos felices a través de nuestro club, esa es la diferencia, nunca nos detenemos a pensar en lo que perdemos, en lo que no se da, nunca miramos hacia atrás, somos testarudos como pocos. Y no se trata de optimismo, se trata de que realmente importe la cosa en sí, es decir, lo importante es ser tripero, lo demás es sólo una cuestión de convención para los idiotas que sólo saben mirarse la punta de la nariz. India entiende en un segundo la eternidad de arrancarse el corazón y sostenerlo fuerte en una mano, de tener las tripas atrapadas en la garganta para morir mil veces por vos y si es necesario morir mil veces más. Una hinchada que sin ponerse colorada, supo superar golpe tras golpe. ¿Y qué? ¿Vistes menos triperos en la cancha? ¿Viste menos camisetas del lobo por la ciudad? Y esto da envidia, a veces uno se pregunta por qué nos tienen tanto odio, no es odio, es envidia. Y sumida en estos pensamientos, India se va quedando sin piernas, porque ya las ha dejado en tal o cual partido, y se va quedando sin ojos, pues ya lo ha visto todo, sin boca, pues besó su bandera un millón de veces y todavía guarda un millón de besos más, se va quedando sin espalda, pues la llenó con cruces conocidas y se va quedando sin piel, pues todo lo ha dado en cada fecha, en cada cábala, personal o general, en cada pelota infiel. Sabiendo que pase lo que pase siempre y en todo momento uno es azul y blanco. Ha dejado todo, como todo tripero. Se ha quedado sin cuerpo, sólo le queda la promesa de un alma repleta de felicidad, le queda la promesa de un alma llena de abrazos ajenos, de emociones por venir. Y eso es suficiente.

India piensa en el amor de su vida, y en lo incondicional de un “en las buenas y en las malas mucho más”. Porque de eso se trató todo este campeonato, cuando nos iba peor, más se llenaba la cancha, pues cada uno de los hinchas sabía que había que dar todo, que había que sostener al equipo, y que un partido se gana desde dentro, pero mucho más se gana con lo que baja de las tribunas. Qué importaba quedarse sin aire, sin sangre, sin voz, sin piel. Ya la historia es conocida, nunca ganamos mucho y sin embargo somos unos de los equipos que más gente lleva, que más alienta y que más sufre, y si sufrir es parte de ser tripero, India sabe del placer de sufrir toda la vida, y lo que más sabe es que poco importa, porque cuando llega a la cancha y ve la gente y sale el equipo se le corta el aire, se le llenan los ojos de lagrimas y le vienen ganas de tener un hijo. Fantasea con llevarlo a la cancha, fantasea con su vientre hinchado, y sonríe, sabe que cuando ese día llegue pintará sobre su piel un escudo gigante que crecerá a medida que crezca su hijo, y apoyará sobre su vientre todas las bocas de su gente para que en susurros le vayan contando la emoción de una forma de vida.

–“¿Y si de verdad me voy?”- India lo mira de reojo, sonríe nuevamente, -“no me importa, mi amor por vos no va a cambiar, ni el mío, ni el de los miles que están en mis costados”. “Pero ¿y si de verdad me voy?”. “Voy a estar con vos como toda mi vida, yo y los miles que están en mis costados. Nos repondremos pronto, como siempre nos repusimos a todo, mordimos el polvo tantas veces…” “Estoy cada vez más viejo y vos aun me amas como el primer día”, “Mas viejo estás y más te amo” –India sonríe, tapándose las lagrimas- “Hemos recibido cada golpe que casi nos mata, pero para tristeza de muchos, casi nos mata, pero no nos mató, nosotros siempre resurgimos, siempre habrá una camiseta tripera mas allá de cualquier resultado. Siempre habrá triperos orgullosos de ser triperos. Y ahora dejame tranquila que me estoy poniendo linda para ir a verte…”-

India se prepara para ir al último partido, hace tres días que está prácticamente sin dormir, y en lo poco que duerme sueña con Gimnasia. Su marido la mira continuamente, y ella sabe su preocupación. Hace meses que India vive lobodependientemente. Su marido la mira con amor, sabe que esa mujer ama hasta límites dolorosos.

India espera en silencio, su marido tiene que traer la camioneta. Tiene las tripas apretadas, las manos dobladas de tanto estrujarse el corazón. Piensa en el sueño de las tres margaritas, hay algo que le da vuelta en la cabeza desde que se despertó, pero aun no puede decirlo. Sabe que Gimnasia la lleva hasta la locura…

-“¿pero si estoy confundida y no eran tres margaritas lo que parí en el sueño? ¿Y si eran tres rosas?”-.

India sube a la camioneta, el corazón se le sale por la garganta. Los otros miles que están en sus costados pasan tocando bocina, ve las banderas en alto. -“Te escucho respirar”-, se van acercando a la cancha, el ruido se hace más intenso, los otros miles gritan, cantan, se abrazan. -“no sólo te escucho respirar, te descubro sonriendo” “¿Y si eran tres rosas?”- Su marido la lleva de la mano. India sólo entiende de temblores, y de terremotos, lo demás sólo lo imagina. -“Te escucho respirar, estás latiendo en el corazón de tu gente, ese es tu secreto”- India lleva el presentimiento entre los dedos, está segura que no eran tres margaritas, sino tres rosas. -“Festejamos ser lo que somos y eso nos hace ser dignos y únicos. Los resultados son para los extraños, nosotros sólo sabemos de amor por la camiseta.”- India imagina sus ojos, y le susurra casi en secreto –“si esto no es amor, quedate tranquilo que el amor aun no se creó”-

Triperos y mas triperos gorros padres camperas hijos banderas virgencitas de colores nietos abuelos buzos corazones gritos fuegos artificiales papelitos amigos alegría crucifijos la esperanza es lo último que se pierde supersticiones camisetas nuevas camisetas viejas canciones cábalas rezos y en las malas mucho mas. Y No se necesita nada mas, los corazones se llevan en las manos, envueltos en cualquier trapo azul y blanco. India no puede parar de llorar, anoche ha soñado que paría a su pueblo. La cancha va a explotar, pues todos tienen el pecho hinchado de un Ginasia Ginasia. -“Te escucho respirar, vos también lo estas viendo”. “Tenemos el corazón en la mano, las tripas en la garganta y estamos locos…”- Todos festejan junto al monumento y a India le tiemblan cada vez más las piernas, y cada vez más nerviosa, y cada vez más emocionada.

-“Cuando pasen los años te contaré que cuando por fin entré a verte casi no podía respirar y casi no podía cantar, y pensé en mi viejo, en mis sobrinos, en los hijos de mis amigos, en mis amigos, y el nudo en la garganta era cada vez más grande. Voy a recostarme en tu silencio y voy a contarte que la semana anterior al 12 de julio casi muero de una neumonía, y que estuve internada, y cuando volaba de fiebre me contaron que pedía que me trajeran mi bandera y pedía que vos ganes. Volaba realmente de fiebre, pero era obvio, siempre había dicho que cuando muera me envolvieran en vos. Imaginate a mis viejos, a mi marido entendiendo que yo pensaba que me estaba muriendo, y casi muero y no tenia oxigeno en sangre, y casi no respiraba, y en lo único que pensaba era que el médico ni muerto me dejaba ir a la cancha a verte, ¿me entendes ahora? ¿Cómo no te voy a amar? Si sos el amor de mi vida, si estoy hecha de lo mismo que vos. Si mi destino es amarte”-

India sube los escalones de la tribuna de siempre, se apoya en el mismo paravalancha, e incomoda al destino, pues en ese mismo lugar su viejo la llevó a su primer partido. Los miles que están en sus costados cantan como si le tocara bailar con la más linda, es que la hinchada siente siempre que baila con la mas linda aunque no sea así, porque tiene la humildad del que sufre, del pobre, del que es pueblo, como así también tiene la dignidad de los que aman por amar, porque ese es su destino, tiene la dignidad del que sabe que lo único que permanecerá es la identidad de un pueblo que siempre tiene la garganta apretada y que no le importa, y que de Gimnasia se nace, se vive y se muere, que no importa nada mas que ser de Gimnasia, que la emoción de los colores sobrevive en las retinas, la dignidad de un pueblo que no cree en un destino mejor porque cuando se está entre triperos ya es lo mejor del destino. La dignidad de un pueblo que desarma desde sus entrañas mismas los conceptos elitistas, exitistas de un sistema salvaje que devora el amor por el amor mismo, un pueblo que no mide a su propio pueblo por lo ganado, porque sabe que lo que más vale en el pueblo es el pueblo mismo…

India sabe con el tiempo que estuvo bueno el milagro, se dio lo que se les daba a todos menos al basurero y también es verdad que le va a doler hasta el día que se muera, pero no importa, no importa nada que no sea el club, porque un club significa la suma de identidad, porque significa la pertenencia y porque la define. Porque un club es un lugar de encuentro, y de proyectos en común. Un club significa suma. Dentro de este sistema socioeconómico cruel y salvaje, un club es un idilio, es un reencuentro constante con un otro que identifico en la igualdad.

India y su sueño del parto imposible de las tres rosas, azules y blancas. Sabe que le va a doler y también sabe que fueron tres rosas las que parió en el sueño, y también sabe que la decisión está tomada, y si le va a doler, que duela todo lo que tenga que doler. Si cuando pasen los años lo que va a sostener a India es el abrazo de su amigo de la infancia diciendo, “valió la pena, valió la pena”, y recordar en el abrazo extendido que cuando eran chiquitos se cruzaron en la avenida 7 cuando el lobo ascendió, y estar en el mismo lugar después de más de 20 años, y saber que el hijo de su amigo y los que vendrán serán tan triperos como ellos y repetirán esta historia de amor incondicional. Que duela todo lo que tenga que doler… Y sí el amor es así. –“¿Ahora entendes cuánto te amo?”-

India entra a la cancha casi sin aire, sin poder hablar, ya no entra un sentimiento más, y la cancha se va llenando y los triperos cantan, festejan un partido que todavía no empezó, India piensa en su viejo y en su mejor herencia, el pecho le aprieta mas y mas, dolor que no cesa, y mira a su gente, faltan minutos para que empiece el partido, sabe que eran tres rosas las del sueño y sabe que es lo último que puede intentar. -“Todavía te escucho respirar, vos lo sabes mejor que yo”- Ya habían ido a Lujan, San Nicolás, velas 500 por partido, videntes dos, qué no se había intentado, cambios de ropa, cábalas 40 mil, cambiar de lugar los autos, decir tal frase antes del partido, promesas un millón y medio cada dos segundos, rezos, santos todos los que existen, y por las dudas aquellos que están por santificar, rosario media docena en cada mano. -”latís en las promesas de tu gente”- India sueña que pare rosas… de su vientre se desprenden tres rosas azules y blancas. Se desprenden de su vientre con dolor, y en cada grito comprende el infinito… ve sus manos abiertas, las ve temblar, moverse, agitarse. Entiende entonces los nombres que duermen en la eternidad de las promesas. Entiende entonces que en cada grito de gol descansan todos sus muertos, sus esperanzas y sus cruces.

India mira a sus amigos, a su marido -“me voy no me siento bien”- faltan 5 minutos para que empiece el partido, mira el cielo -“virgencita Rosa Mística, si tengo que hacer un sacrificio para que el lobo gane lo hago de corazón, y lo único que tengo para ofrecer es esto, aunque duela, si es necesario te ofrezco irme de la cancha y que el lobo gane”- India se va y cómo duele. Baja la tribuna con los ojos llenos de lágrimas, camina despacio, llega hasta los jardines, donde 30 años atrás había aprendido a nadar, respira hondo. Mira nuevamente al cielo -“es el mayor sacrificio que puedo ofrecer, los que me conocen saben que no hay cosa en el mundo que me pueda doler más, que cada tablón que baje son mil agujas debajo de mis uñas.”-

India escucha la entrada del equipo desde fuera, mientras arrastra las piernas y por las mejillas se deslizan lagrimas y se le frunce el corazón. Lleva el alma a la rastra y en lo único que piensa es que ya está, no tiene más para ofrecer, y el corazón se le frunce cada vez más, y su alma ya no quiere dar un paso, y llora como sólo se llora cuando algo duele realmente, en silencio, sabiendo que lo ha dado todo, como cada uno de los triperos y que no está sola. Y llega a su casa y se acuesta y no puede parar de llorar, sólo piensa en la virgencita, sus tres rosas y un milagro. Escucha el segundo tiempo por radio, porque se obliga a levantarse. Viene el primer gol y el corazón se acelera, viene el segundo y el corazón golpea duro en el pecho y viene el tercero y el corazón se le escapa, da una vuelta por el mundo y al rato vuelve, y no puede parar de llorar. Lo único que atina a decir es –“que duela todo lo que tenga que doler, y que se deje de joder, que quiero festejar, todo lo que no festejé en la cancha.”

En la madrugada del 12 de julio de 2009 soñé que paría tres rosas azules y blancas, soñé con lo imposible, soñé que de mi vientre salían tres rosas, soñé que arrebatamos el curso de la historia. Soñé que te amaba hasta el dolor… soñé con los miles que rodean mis costados, soñé con tablones repletos de esperanzas. Soñé con una cancha y sus promesas. Soñé con un pueblo digno y su grito de amor. Soñé con lo imposible…

¿Ahora entendes? Sos el amor de mi vida, un amor sin condiciones, ni categorías. Yo te escucho respirar a través de toda tu gente…Estoy hecha de lo mismo que vos, estoy hecha del calambre en la garganta por la pelota que no entra, estoy hecha del orgullo de triperear en la tribuna, estoy hecha del placer de no sentirme sola. Estoy hecha de la herencia de mis viejos, y la herencia que dejaré en mis nietos, estoy hecha del amor a la camiseta, estoy hecha del orgullo de ser simplemente una tripera… puedo pensar en vos toda la vida, pues te escucho respirar, estás latiendo en el corazón de toda tu gente…


María Florencia Massa. La Plata.-

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