lunes, 15 de marzo de 2010

12 de Julio

Como todo hincha tripero, la confianza es lo último que se pierde, así que ese día (obviamente la noche anterior sin dormir) desde temprano ya parecía que algo raro iba a pasar.

Nos juntamos con toda la familia tripera (somos mas de 30) y salimos para la cancha más de 3 horas antes.

La previa era lo esperado, la gente que estaba entre cantar sin importar como saliera y algún que otro loco esperanzado con la hazaña.

Nos revisaron, colgamos el trapo “la banda de Tito Capra'' y la emoción ya estaba instalada. En el aire ya había un ambiente anormal. Fueron pasando los minutos y se venía el Lobo a la cancha.

Al ingresar los jugadores, la emoción ya era incalculable, sin mirar a mis tíos o a mis viejos, ya podía saber que estaban llorando, estaba en el aire, que hermosa sensación.

La pasión estaba instalada, y el ''hoy hay que ganar basurero'' se mezclaba con un ''en las malas mucho mas'', y empezó...

Arrancó el partido que podía torcer la historia para un lado o para el otro. Toda la familia llorando desde que empezó hasta que terminó el partido, llorando de tristeza, de alegría... llorando porque lo sentimos, porque en mi caso (18 años) irse a la “B” era un mito, no existía, era algo lejos, como de otro continente.

Terminó el primer tiempo, y seguían los optimistas, y ahí estábamos nosotros, creyendo.

Un entre tiempo interminable, y la cancha era una caldera. Así que baje al baño a mojarme un poco. Abajo había una amiga, Mariana Ton, que no casualmente la conocí en la cancha; llorando me dijo: '' nos vamos, ya estamos en la B'', y si, era lo mas fácil de aceptar pero casi queriendo creerme que no le dije ''en 50 minutos nos vamos a encontrar acá arriba (en el alambrado) trepados, gritando es un sentimiento, no puedo parar''...

Luego del interminable entretiempo volvió a aparecer la historia viva, el equipo de Madelon.

Ahora si que el nerviosismo estaba instalado en cada uno de los hinchas, yo por suerte (o no tanta) tenía a mi mamá con el reloj. Los minutos pasaban pero la gente estaba: se escuchaba un ensordecedor y conmovedor '' agueeeeero, agueeeeero''. Si, la gente estaba, y faltaban 3 goles...

Y llegó el primero, y la confusión era mas todavía...''llegamos...'' escuché decir a mi papá. Era una cuestión de creer o reventar y como no creer con estos guerreros.

Pero los minutos pasaban, y quieras o no, la historia pesaba, escuchaba a los mas grandes de la familia decir ''la gran Gimnasia, siempre le falta un mango para el peso'' pero las ilusiones estaban.

Luego del primer gol la garganta no daba abasto, la cabeza estallaba pero el corazón pedía mas emociones.

Y se venía el Lobo y mientras muchos hipócritas estaban imaginando recibir a Deportivo Morón, otros vivian el momento. Yo, pegado al reloj, seguía confiando.

Y como llegó el primero, llegó el segundo, y ahora si.

Luego del segundo gol, ya estaban todos convencidos, podíamos. Pensar que era una pelota que atravesara la línea final y el delirio de la mayoría de la ciudad seria incalculable.

Casi sin querer, miro a mi vieja y desilusionada me dice: ‘‘no hay tiempo, ya termina''.

Y sobre mi cabeza seguía rondando el ''la gran Gimnasia''.

Quería cantar, quería tirar todo, aportar todo, como siempre lo hice, como siempre lo hicimos, mi físico no daba más, no tenía una gota más.

Y salió ese pelotazo y Alonso no llegó pero si Niell (nuestro Mesías) que dominó la pelota, y la abrió para Cuevas, y que sensación, cuando agarro la pelota Juan me empecé a relamer ' si, es nuestro, es nuestra historia, por favor Gimnasia''. Llegó el centro y la eterna paloma salvadora que definirá la historia llegó.

Totalmente quebrado me tiré encima de mi viejo, ese que siempre confió, encima de mi tío (otro optimista) sin dejar de ver a mi hermano como saltaba de para-avalancha en para-avalancha, y hasta ahí aguanté, hasta ahí llegué.
Quizás por la fuerza del grito, quizás por la emoción, pero no vi nada mas, se me nublo la vista y caí: me bajo la presión.

Pero lo increíble fue que estuve unos minutos sobre el tablón, pero llegué a volver a la normalidad. Me levanté suavemente, creyendo que el partido había terminado, pero todavía no. No sin que se sufra, mas aún, siempre al limite.

Desde el tablón por el alambrado se veía un peligroso tiro libre y no había cabala que sirva más que confiar. Confiar en estos Guerreros. Pasó el susto y el final se acercaba.

Todavía tengo guardado en mi cabeza el minuto final, a mi tío diciendo “si Gimnasia, terminó, terminó, si Gimnasia”. Y así fue. Y no había más abrazo que aguante. No había garganta que aguante. No había corazón que aguante... tanta pasión, tanta emoción, nuevamente caí, pero esta vez acostado en el tablón reía, sonreía, estaba feliz, ya estaba hecho, no había nada ni nadie que podía arruinar ese momento. Salí de la cancha ayudado por un tío y por mi Papá. Y escuché: ‘‘soy tripero, es un sentimiento, no puedo parar''. Y como olvidarme de mi amiga Mariana Ton, pero el físico no me lo permitía. Estoy seguro de que ella estaba, trepada al alambrado, quizás del otro lado, me hubiese gustado estar pero si es algo de lo que estoy seguro es que NO VA A FALTAR OPORTUNIDAD: LAS BUENAS YA VAN A VENIR…

GRACIAS GUERREROS

12 de julio del 2009, ''el día que cambiamos la historia''.


Martín Lattanzio. La Plata.-

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