viernes, 19 de marzo de 2010

Don Ruben

El gol que más grito en su vida fue el del Topo Sanguinetti en el gigante de arroyito, Don Ruben es un tripero más, toda su vida fue a ver al Lobo del lado de 60, lo hacía de joven cuando salía de YPF y lo hizo de más grande para que sus hijos puedan ver el partido tranquilos y lejos de la quilombera. Pero los años no vienen solos y hoy va muy poco a la cancha, no porque su amor hacia el amor de su vida este en baja, sino porque tiene miedo que un día el bobo lo traicione, la presión por las nubes lo tiene a mal traer, así que ni siquiera puede mirar los partidos por TV, solo lo enciende y guía el control remoto hacia el canal indicado cuando su reloj perfectamente cronometrado le dice que van 55 minutos del segundo tiempo. En ese instante recibe la noticia y es una mala y el golpe dura un segundo o es una buena y esa noche asado y vino para todos.

La historia de la promoción era algo que de movida lo tenía con mucha fe, ya se había comprometido a prestarle el auto a sus hijos para el viaje a Rafaela, y él que supo recorrer el país con el Lobo del 62 sabía que esta vez acompañaría con el alma y el corazón, pero que su cuerpo no iba a estar allí, solo lo alegraba saber que su legado estaba bien custodiado, había logrado transmitir la pasión hacia los colores y el linaje tripero no se perdería. Viajaban los nenes, Diego y Daniel, esos que en sus primeras presentaciones como hinchas sólo se dedicaban a juntar papelitos del piso y revolotear por los escalones de la tribuna perdiéndose los golazos del Charly Carrio y el Colorado Bastia, ellos eran los que hoy iban a ir por él y el solo pensarlo le hacia reconfortar el corazón, no hay nada mas hermoso para un padre que ver a su hijo llorar y festejar con la camiseta puesta, es inentendible, pero esa transferencia de generación en generación es sagrada, Don Ruben suele decir que si un pibe no es hincha del equipo del padre, es porque el padre en algo falló, y creo que no esta para nada errado. Lo cierto es que el día del viaje los pibes salieron temprano y él no los pudo saludar, eso no le gusto nada, ya que como todo padre gusta de dar las ultimas indicaciones para el viaje, marcar nuevamente el recorrido y las mejores paradas para tener un viaje ameno. Pero esa noche había podido conciliar el sueño muy tarde, tan tarde que ya era temprano, y solo logró entrar en trance minutos antes que suene el despertador de Diego.

Diego se levantó, despertó a su hermano Dani, se vistió con su uniforme de cancha y salió a la puerta, ya estaba Nico esperando más ansioso que de costumbre, arrancaron en el auto, levantaron a Fer por el camino y antes de subir a la autopista llenaron el tanque de nafta, el viaje empezaba.

Ese día Don Ruben abrió el negocio como todas las mañanas, pero su corazón estaba más acelerado que de costumbre, era obvio, en Los Hornos de lo único que se hablaba era del partido del Lobo. Él mucho no opinaba, estaba entre la Fe y Esperanza que le había dado su hijo mayor y la preocupación por el tipo de escenario y un rival acostumbrado a una cancha mas chica que le transmitió el menor, pero nada de lo que le pudieran decir iba a cambiar su rutina, él luego del almuerzo sincronizaría su reloj para no ver un solo instante de semejante partido.

Habló con los nenes que habían llegado bien y estaban en la ciudad a los bocinazos limpios, ellos le contaron que Rafaela estaba teñida de azul y blanco, que el centro parecía 8 y 48 de tantos platenses y hasta que había un tren lleno de banderas azules y blancas, lo que lo hizo recordar el Expreso del 33, lo cierto es que la charla en lugar de tranquilizarlo sólo logro ponerlo mas nervioso, así que para dormir luego del almuerzo tuvo que duplicar la ración de calmantes y lógicamente del tinto que aceleraba sus efectos.

Despertó a la hora señalada, minuto más minuto menos, despejó lagañas y sin siquiera vestirse ni lavarse la cara se dirigió hacia el living, raudamente buscó el control de la TV, impaciente llego al canal indicado, y como sus precisos cálculos le indicaban, el partido había terminado hace instantes. Lo extraño fue cuando comenzó a ver imágenes con banderas celestes y blancas agitándose en una tribuna loca de contenta, en ese instante Don Ruben imaginó que no había sido un buen resultado, algo raro estaba pasando, ¿porque no enfocaban a la gente del Lobo? Nervioso recorrió la pantalla en busca del marcador, estaba tan ido que no podía escuchar el comentario de los periodistas, y cuando al fin lo observo calló en su silla sin entender como había podido ocurrir semejante tragedia. Nunca imagino nada parecido, nunca lo pudo entender, nunca vio escenas del partido, nunca vio los goles, simplemente apago el televisor y volvió a su cama.

Fueron tres días durísimos, el dolor que sentía en el pecho lo hicieron pensar varias veces en visitar al cardiólogo, pero nada le importaba, solo quería que esto se termine cuanto antes, que se juegue el partido de una vez y que pase lo que tenga que pasar, pero esa angustia que pesaba sobre su alma no la podía tolerar más, era inaguantable, esos tres días fueron eternos, interminables de día e interminables de noche. Por cierto, no hubo una noche en la que no haya derramado una lágrima con solo pensar lo que podía ocurrir.

Don Ruben como todo comerciante, debía soportar todo tipo de comentarios en su negocio, desde los más positivos hasta los más catastróficos, pero él en el fondo de su alma sabía que esta parada era muy brava, y su pronóstico no era para nada alentador. Esta vez ni sus hijos pudieron convencerlo de que se podía dar vuelta, ellos, mas jóvenes y menos curtidos en esta historia Tripera veían posible el milagro, pero él, Tripero de mil batallas sentía que una vez mas el destino los había golpeado por la espalda. Para él hubiera sido mejor si descendíamos directamente, siempre se pregunta ¿por qué el barba se empeña en armarnos una escalera para llegar al cielo y cuando nos queda el último escalón siempre la desarma? Él lo pensaba, él lo sentía, sabía que nos habían quitado la escalera una vez más, después de tanto luchar y sufrir no íbamos a poder dar el última paso.

El domingo se acercaba y la angustia crecía a pasos agigantados, la ansiedad lo hacía indigestar con cada bocado que probaba, y cada comentario futbolístico era un puñal clavándose hondo en el pecho, esos tres días fueron tan duros para Don Ruben como el invierno del ´95. Pero el día había llegado, casi sin avisar, casi sin esperarlo, entre tanto lamento y promesa, el día en que los católicos celebran el triunfo de Cristo sobre la muerte comenzaba a mostrar sus primeras luces. Don Ruben amaneció muy temprano ya que el ánimo no daba para salir el sábado a dar la vueltita habitual por Frer´s y menos para pasar por algún bailongo a sacudir las penas, así que muy firme a las 07.00 a.m. empezó con el calvario.

Como todos los domingos leyó el diario, se tomo un té con limón y abrió el negocio. Ese día particularmente se privó de dar cualquier opinión con respecto al partido que se jugaría por la tarde, él los escuchaba, coincidía con algunos, se reía de las promesas realizadas por otros, pero nada de trenzarse en alguna discusión acalorada sobre planteamientos tácticos ni nombres de jugadores, ese día prefirió hacerse el mudo y ocultó todos sus pensamientos, ya que prefería que las charlas futboleras se terminen pronto, ese día hablar del deporte mas hermoso del mundo era doloroso para él.

El almuerzo premeditadamente cargado, con la clara intención que la digestión le demande una siesta reparadora, no logró sacarle ni un bostezo, los nervios que le carcomían las ideas y la presión por las nubes, le hacían palpitar cada instante más fuerte su corazón. Diego su hijo mayor, luego del almuerzo se calzó su camiseta azul blanca y azul, y cantando su canción de cancha preferida tomo las llaves del auto y se fue con su hermano Daniel. A Don Ruben siempre le gusto la misma canción que a los chicos porque él también sabe que “Gimnasia es un sentimiento que nadie lo puede entender”.

Ya sólo en casa Don Ruben sabía que dormirse iba a ser una tarea para nada sencilla por lo que tomó el camino más corto para lograrlo, unos buenos vasos de vino, y algún tranquilizante serían el cóctel perfecto para lograr el cometido. Así que sin más, sincronizó su reloj y se internó en el más hermoso de sus sueños.

Toc Toc! Toc Toc! Alguien golpeaba desaforadamente la puerta de calle. El ruido se repetía insistentemente y Don Ruben entre sueños logró reconocer una voz. Internamente sabía que era alguien que traía la noticia, pero no quería levantarse de la cama. Una extraña voz interior le decía que siga durmiendo, el no quería despertar, su anhelo reconoció los días posteriores, era dormir por 6 o 7 días y así evitar todo tipo penuria. Pero los golpes eran cada vez más fuertes y se repetían con más velocidad, es claro, se habían sumado otras personas a golpearle la puerta.

DON RUBEN, DON RUBEN, NOS SALVAMOS!!! Fueron las palabras mágicas, fueron el levántate y anda que Jesús le dijo a su gran amigo Lázaro.

Don Ruben así como estaba, descalzo, en cueros y con un pantalón bermudas que solo utiliza para dormir porque genera gran vergüenza en sus hijos, salió a la calle, y se dio cuenta que el milagro había ocurrido. El Lobo de su corazón, como siempre gusta llamarlo, había realizado una hazaña, contra todos los pronósticos había conseguido el tan ansiado resultado. Los vecinos le relataban el partido, le contaban una a una las acciones del match, le decían que jugo con 9 hombres gran parte del segundo tiempo, le explicaron que en el minuto 46 del segundo tiempo el equipo estaba descendiendo de categoría, y nada le importaba, escuchaba a todos y no le entendía a nadie, su corazón palpitaba mucho más que de costumbre, pero poco le importaba, impaciente iba y venía desde la puerta de calle a la cocina, miraba el televisor y repasaba nuevamente el resultado final, simplemente no lo podía creer.

Los vecinos se agolpaban en las puertas del negocio de Don Ruben y eran cada vez más y más, las historias se repetían y volvían a empezar, ya llegaban los primeros que habían vivido en el Estadio la epopeya y repetían una y otra vez lo que había sido gritar ese tercer gol. Algunos no lo pudieron hacer porque estallaron en llanto, otros estallaron sus gargantas al hacerlo y otros, mudos, solo apuntaban al cielo agradeciéndole a aquellos que desde arriba siempre los acompañan.

Pero Don Ruben esperaba a alguien mas, él esperaba a “sus” testigos, aún no daba crédito de lo que estaba viviendo, y así fue, sus hijos bajaron ya disfónicos del auto embanderados entre camisetas, gorras y banderas, se acercaron a su padre y Don Ruben con lágrimas en los ojos preguntó “¿Qué pasó? “Ellos se miraron no entendiendo la pregunta y le contestaron a su padre “ SI, PAPÁ NOS SALVAMOS!!!”.

Don Ruben estalló en llanto, pocas veces sus hijos lo vieron llorar, menos los vecinos, los abrazó fuertemente a los dos y les dijo al oído “ HOY CAMBIAMOS LA HISTORIA!!!"


Jonatan Emanuel Tarrios. La Plata.-


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