viernes, 19 de marzo de 2010

Acción Premeditada

Tengo un amigo fanático enfermo del Lobo, que siempre me decía: -“Pancho un día de estos vamos a ir a la cancha… vas a ver lo que es-. Porque los partidos los miraba por tele, hasta el día que fui al basurero y sentí de cerca la pasión. No era un partido más, fue contra Vélez por el campeonato local, pero la incertidumbre, los nervios, la angustia, la felicidad y todos los sentimientos que siente un hincha los vi esa noche.

El resultado final fue 3 a 1 con victoria para el lobizon. Lo festejé sólo por las calles con mi porfiada, pero ella lo tuvo que escuchar desde afuera, atada a ese poste de luz bajo la mirada del choripanero que me dijo: -Déjala pibe,yo te la cuido, entonces entré tranquilo. Max no pudo acompañarme por que cayó en cama con 43º de fiebre, donde lo escuchó por radio puteando y gritando los goles como si en la cancha hubiera estado.

Pasaron varios partidos y Gimnasia cada vez estaba más cerca de descender directamente. La racha era odiosa. Se jugaban las promociones entre Gimnasia de Jujuy, San Martín de Tucumán, Godoy cruz de Mendoza, y Gimnasia de La Plata. En pocas palabras, un provincial. Al final del campeonato en el último partido se enfrentaron los dos Gimnasias, el jujeño ya descendido directamente, el platense debía ganar porque San Martín lo pasaba en promedio y así iba directo al descenso sin posibilidad de pelear por la promoción. Así fue como el equipo Mens sana ganó y quedó junto a Rosario Central en la zona roja para jugar contra los dos equipos que querían ascender desde el nacional “B” que eran Belgrano de Córdoba para los canallas y Atlético de Rafaela para los triperos.

El Partido de ida fue en Santa fe el 8 de julio en cancha de Rafaela, que no es chiquita ni cuanto mas pequeñas que las demás, esa cancha es una miseria. El banco de suplentes se encontraba bajo la cabina de los periodistas y relatores,a sus costados los plateistas excitados y los suplentes debían estar sentados con las rodillas cerca del mentón para no borrar la línea de cal que pasaba por debajo de ellos. Los 90 minutos concluyeron con victoria para el local por 3 a 0 que bailaron al tripero de una manera horrible.

Las caras del pueblo gimnasista eran temerosas ¿Cómo hacia gimnasia para meter los tres goles después del partido que nos habían hecho los rafaelinos?, que son llamados “la crema” nunca supe bien por qué, ni el chapulín colorado nos salvaba de ésta, pero no era algo utópico ni ilógico, era algo no imposible. Las voces de la cuidad se hacían oír: -Gimnasia ya esta en la “B”, si ya tienen los 2 pies en la “B”, no lo dan vuelta ni en pedo, pobre Gimnasia. Era como ir a pelear una guerra que ya estaba perdida y en el primer batallón de soldados estaban los once jugadores y mas atrás el pueblo tripero o más preciso aún, como remar el Titanic con dos escarbadientes.

Yo era uno de esos de los que creía que Gimnasia a ésta no la pasaba, pero no lo podía dejar en banda y escucharlo en casa por radio debajo de la cama como escondido presumiendo el resultado de vuelta. Tenía que estar en la cancha para que los jugadores entren y salgan aplaudidos por dos manos más.

Por eso estuve ahí, con mi hermano que hizo 356 Km. para ver el partido, Max también estaba con nosotros, el Víbora, Nico y el Eche, que vino a colarse porque quería estar en ese partido sea como sea, ya que no había conseguido entrada. El día anterior al encuentro nos dijimos ya resignados; -“Esta bien nos vamos a la “B” pero que Gimnasia no se vaya a quedar en la “A”… lo único que pido… que no se vaya a quedar en la “A” porque se prende fuego la cuidad!” .
Esa noche salimos de joda como para calmar las aguas y nos acostamos muy tarde, la onda era pasar la noche tomando Cindor pero nuestros cuerpos no aguantaron sin dormir. Cerca del mediodía cuando el sol te da en la cara me despertó el Agu, mi hermano, con un pedo extraordinario bien de Fernet que con el mismo estruendo abrió los ojos el Eche desde la pieza del fondo y los tres emprendimos viaje a la casa de Max que vive mas cerca del bosque. La caravana arrancó muy movida con gritos, silbatos, canciones, y el petróleo que había sobrado de la noche. Sólo éramos cuatro pero cantábamos como toda la 22 junta. Los autos que cruzábamos tocaban bocinazos al ritmo de Dale Lo, Dale Lo, cuando nos veían sacaban la mano por la ventanilla, enarbolaban su bandera y dejaban sus manos bien apretadas sobre las bocinas hasta que el ruido se hacia mas agudo y luego desaparecía. La gente por las calles nos deseaba suerte y las mujeres mayores salían de sus casas para agitarnos bien altas sus manos.

El basurero se hizo presente a nuestros ojos ,en la cola eterna que por inercia nos colocamos últimos, sin necesidad alguna de caminar esos 149 metros hasta donde comienza para ver si algún conocido nos decía:-Che vengan, acá estamos, en complicidad boluda para ahorrarse la cola que también tanto se disfruta hablando e intercambiando opiniones sobre jugadores, dirigentes, del clima del partido, anécdotas y más cantos. Ahí estaban Fer y Fran, un fan del Lobo bastante loco, que vive frente al kiosco donde trabajé un verano, y todas las semanas durante 10 meses llevaba un montón de monedas, (que hacen una falta terrible por el uso diario en los colectivos de línea), que eran anotadas en una cuenta a su nombre para así poder ahorrar algo de guita y viajar el último partido de la fecha del torneo anterior a Jujuy. Una vez adentro como de costumbre o cabala, no sé como llamarlo, me prendí un cigarro camine hasta las escalinatas y ahí comprendí el nerviosismo y las palpitaciones de los demás hinchas. Ya estábamos ahí, para atrás no podíamos ir. Sólo debíamos convertir tres goles, a lo cual el D.T Leo Carol Madelon dijo: -Si ellos nos metieron tres allá ¿Por qué no podemos meterlos nosotros acá?-.

El enano se trepó como un monito al tejido entre el corner y el poste derecho del arquero. Con mi hermano nos dirigimos a la parte mas alta del estadio para ubicarnos en el lugar que más me gusta, arriba de la reja de contención, sobre los límites del estadio en la parte superior, cerca de la cima de ese eucaliptos que debe haber sufrido más que todo el estadio junto, porque si todo salía mal, después de 25 años las manos que lo iban a maltratar serían las de un público alentando en un partido de la “B”. Desde ahí se veía todo, hasta el segundero del arbitro cuando oprimió el botón superior y los minutos comenzaron a correr. El equipo Santafesino se había puesto en mente aguantar el partido como sea, tanto que el área grande estaba rodeada por cinco granaderos que escoltaban a un arquero que solo tapaba los centros mal tirados por Cuevitas en busca que el tornado Alonzo los acierte. Gimnasia debía convertir por lo menos un gol antes de los quince minutos del primer tiempo, como para hacer el trámite más rápido y llevadero.

A mi derecha, sentado sobre una planchuela de fierro oxidada y comiendo semillitas de girasol estaba “el loco”, un flaco que cuando empezó la batalla comenzó a tomar el tiempo.
-Loco cuanto va?
-Doce minutos che, casi trece, ya el tiempo es largo y no tenemos ni una clara –me dijo.

La gente de Rafaela no paraba de hacer tiempo y se quedaban tirados en el piso por varios minutos como si la cancha fuera escenario de actores principiantes. Solamente una jugada del Chileno Ormeño que durmió a un defensor y gano la pelota dentro del área de Rafaela, zapateo un bombazo al medio y tornado como pudo cabeceo y el esférico se desvío unos 68 cm por encima del poste superior. Terminó el primer tiempo y el pueblo tripero jamás bajó los brazos, las bengalas seguían prendiéndose, los bombos y las trompetas no paraban de sonar y los comentarios se seguían escuchando.

Con el comienzo del segundo tiempo el técnico Rafaelino Marcelo fuente realizo dos cambios, en el que cada uno de estos jugadores se esmeró por hacer la mayor cantidad de tiempo posible en la vuelta al banco de suplentes. Cerca del minuto 60 el jugador santafecino Esteban Gil, haciendo honor a su apellido, se desplomó en el piso simulando un calambre pidiendo camilla a lo que Teté alertado por la situación junto a Luciano Aued acudieron hasta el centro de la cancha lo levantaron en alzas y se lo llevaron con un brazo al hombro cada uno como sacando a un borrachín de una pulpería y lo tiraron fuera del campo de juego. Esto desato una linda trifulca entre jugadores, en la que terminaron echados un jugador de cada equipo. González y Gil.

La cancha en llamas, 20 jugadores dispuestos a todo y el Pampa que se escapa con todo por el lateral izquierdo y tira un centro desviado, por no decir feo, pero que cae en el área al cuerpo de Capogrosso. El balón pica mal y Sosa aprovecha para meterla en el arco a los 77 minutos. Sólo quedaban 15 minutos pero ese gol del pampa hacía que todo comience a tomar un poco más de color. Los jugadores del equipo albiazul que estaban realmente excitados por meter el fulbo en el arco para hacer la diferencia, distrajeron la defensa y Aldo Visconti un jugador con una racha de puta madre que el partido anterior había convertido los tres goles, patea un cañonazo que le saca chispas al arco del Gato Sessa. Seguido a esta jugada la cuenta regresiva de la bomba que estaba por estallar no paraba y por una pelota que entra al área, es expulsado el Pampa Sosa por una agresión al defensor con el codo arriba. Una injusticia, todo se desmoronaba, en la cancha no había lugar para lágrimas, porque no entraban. Gimnasia estaba jugando con 9 jugadores y faltaban solo 5 minutos para que concluya el encuentro. No tengo bien en claro si es por la fe o por qué mierda, pero cuando lo imposible pasaba a ser posible lo encontré a Max con la vista, trepado al alambrado mirándome y con cara de felicidad, las cejas en alto, y la mano derecha firme con el índice como diciéndome:- que Gimnasia no se vaya a quedar en la “A”, que no se vaya a quedar en la “A”-. Corrían los 89 minutos y Pipino Cuevas abre la cancha para Aued que mete un centro pasado para Franco Niell que embalado como venía atropella como un estampida al defensor por las espaldas y con la cabeza convierte el 2 a 0. Otra vez el enano desde el alambrado me miro e hizo el mismo gesto con la mano. La gente eufórica, las viejas se desmayaban, las gargantas no emitían ningún tipo de sonido coherente, pero la realidad era que solo quedaba el tiempo suplementario que el juez Collado adicione para convertir el gol de la hazaña. Toda la ilusión se cayó en mí cuando la voz del estadio dijo: -Por favor la gente visitante debe salir primero por calle 60 y el publico local deberá esperar a que todo se normalice-.Es cuando en verdad te das cuenta que todo termina.

Creo que a Cuevitas le pasó algo parecido cuando agarró ese fulbo con las patas,y en un quiebre de cintura acompañado por una gambeta esquivó al defensor por la izquierda y tiró el centro pasado, que si el defensor Rafaelino que puso el pie para desviarlo, se hubiera cambiado los botines en el entretiempo por unos con tapones 2 Mm mas largos la pelota no habría dado en la cabeza de Niell ni en pedo, con su casi metro setenta ganó la espalda del defensor y se tiró a la pileta cabeceando como un campeón y sin sacarle los ojos de encima hasta que la misma entre poste y poste. Este gol en tiempo suplementario fue para el delirio generacional, mi cuerpo se desvaneció en un salto ornamental desde la cima del estadio, donde solté las ramas del eucaliptos para caer entre la gente de la cuarta o quinta escalinata, cuando un viejo me levantó como un trapo y me abrazó tan fuerte que la alegría se hizo inmune al virus de la gripe H1N1 que era el tema del momento, ya que habían cerrado todos los lugares públicos del país, se estuvieron por cerrar las fronteras, no se permitía el acercamiento a menos de un metro de distancia y el país fue declarado de emergencia nacional. Otra avalancha de gente me hace rodar hasta el final de la popular dejándome sin gorra, con una zapatilla menos, y sin los lentes de sol. Es ahí cuando me arrodillo y veo de espaldas al campo de juego al enano sentado con sus brazos apoyados en las rodillas y tapándose la cara llorosa con las manos. Nunca lo había visto llorar. Me levanté como pude y lo fui a abrazar, lo ayudé a ponerse en pie para mirar los últimos segundos para que el partido concluya, que fueron una eternidad, imagínese usted. En esos últimos segundos Collado cobra un tiro libre para Rafaela que es pateado a la perfección dentro del área, y en un par de rebotes sufridos todos con dirección al arco, la pelota al fin decidió caer en los pies de Alvaro Ormeño y en un acto de reflejo pateo la de cuero a la concha de la guanaca. Con los dedos cruzados era imposible aplaudir.

El pitazo final no se escuchó, pero en el amague de levantar los dos brazos a las vez, el árbitro al escuchar el grito unánime de la gente lo terminó. La cancha ahora si era una fiesta, todas las mochilas pesadas que cargaban mas de uno fueron tiradas por el aire, no sé si alguno se contagió la gripe o algo, o después de ese cambio repentino de emociones algún corazón dejo de latir, o si las agujas de los medidores sísmicos del observatorio habían vuelto a moverse, pero la cuestión es que los festejos arrancaron y la gente de Gimnasia se hizo escuchar. La casaca que tenía Niell, el autor de los dos goles de la hazaña era la “22”, nombre por el que se lo reconoce a la hinchada del lobo ,por eso es cuando se acercó con la remera en la mano para tirarla a la popu una avalancha de fanáticos se aglomeró, pero la mangacorta no llegó a destino, rebotó en el alambrado, ese que es parecido al que usan en las guerras enrollado en circulo pero en vez de puaz tiene como hojas filosas ,vió? y cayó al lado del vallado policial que custodiaba para que no invadan el campo. Todos treparon el alambrado de más de seis metros, pero solo uno pudo llegar y desde ahí arriba amenazaba con tirarse el flaco de la remera cortada, porque abajo lo estaban esperando los gorras para llevárselo en caso de que ingrese por invasión. Pero no le importó al flaco con sus manos llenas de sangre y su ropa toda cortada, que parecía que lo habían agarrado una jauría de perros, se tiró, cayó de espaldas al piso y se escucho un uuuuuhhhhh!. Ahí nomás en el piso a menos de un metro de la codiciada “22” lo apresaron los milicos y mientras lo levantaban dificultosamente porque se habia pegado un re palo, estiró su mano bañada en sangre y se apropió de la misma , introduciéndola en la cintura, no sea cosa que los policías encima que lo guardaban le sacaban su tesoro.

Cuevas, Rinaudo y Sosa estaban subidos al travesaño y no paraban de gritar, saludar y llorar. El sueño se había hecho realidad. En el campo de juego no entraba un alma.
Para ese entonces , yo estaba con una zapatilla menos ,pero entre tanto alboroto no me había rescatado, hasta que pisé un cigarro prendido con una brasa del tamaño de un adoquín. Asi que fui a buscarla debajo de las escalinatas de la popular y en ese mismo lugar me di cuenta que no era el único rengo de calzado. Había como mil zapatillas ahí , de todo tipo color y tamaño, billeteras, anteojos, globos , niños perdidos, de todo. Ahí me calcé unas topper rojas que resultaron ser bastantes incomódas porque también eran zurdas. Entre todas esas cosas perdidas andaban pibitos revolviendo billeteras y buscando cosas de valor, aprecié que uno era tipo un seleccionador de zapatillas y le digo:
- Che ¿no viste unas zapas como estas?
-¿Cómo cuales? , ¿Cómo las llantas rojas? .Si hay un montón y están re zarpadas.
-No, como estas –le dije señalándole la marrón derecha con el dedo.
-A si, aguántame un cacho que ahí me fijo. Salió caminando y me trajo la mía entre ese montón de zapatillas .El pibe un fenómeno, así que volvió a su pie la “llanta” y la roja la deje colgada a la vista por si alguien venía en su búsqueda y le calzaba justo.
Los festejos duraron hasta que el último rezagado se fue de calle 7 y 50, despertándose en las escalinatas del pasaje Dardo Rocha por culpa de esas sirenas molestas de los cascoamarillos que se dirigían como gato “quemao” con destino a la catedral por el llamado de un vecino el cual alertó que la casa del señor ardía en llamas.



Francisco Maximiliano
Barbas . La Plata.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario