lunes, 15 de marzo de 2010

Historia de como se cumplen los deseos (cuando viven del corazón)

Esta es una historia de como el amor mueve montañas, o provoca triunfos, según lo veo yo.

Para mi todo empezó un 8 de julio cuando Orlando, el padrino de mi hija Simona, me dijo: -Gordita, ya tengo tu regalo de cumpleaños, nos vamos a Rafaela a ver al Lobo, así que preparate que hoy a la noche nos vamos-. Ni hablar que hasta el momento era el mejor regalo de cumpleaños que me podían dar (digo hasta el momento porque lo que vino después fue mejor, pero eso es para otra historia). Era la posibilidad de acompañar a mi amado Lobo en un momento tan difícil. Así que después de un abrazo súper grande y mil gracias, me fui a casa a preparar todo lo mío. A la noche me despedí de mi hija y de mi marido, previas mil recomendaciones. Era la primera vez que dejaba a Simona tanto tiempo. Abrazos a mamá, abuela, a todos. Y nos fuimos no más.

El viaje fue pura euforia, cantos, vino, cigarros, muchos nervios y ansias de triunfo. Y así llegamos a Rafaela, un mar de Triperos. Puro aliento y emoción. Después, que decir, sabemos todos lo que pasó. Lloramos todos, nos abrazamos y nos decíamos a nosotros mismos que faltaba un partido más, y en el Bosque lo dábamos vuelta. Por un momento, debo confesar que sentí que estaba todo perdido. Pero, cuando vi toda esa gente que dejó todo por ir a ver al Lobo, cuando me di cuenta, que yo misma había dejado en La Plata a mi hija, por seguir esta pasión; me dije: “Que mier..... en La Plata, es nuestro, que vamos a perder con esta hinchada”.En el micro recibí mil mensajes de amigos, familia, hasta amigos pinchas que saben lo que es Gimnasia para mi, dándome aliento y muchas fuerzas. Y así volvimos a nuestra ciudad. Muy golpeados todos. Pero con más ganas de alentar que nunca. Porque si bien a los jugadores se les entregaba todo siempre, había que darles mucho más en ese partido para que supieran que al Lobo se lo alienta en las buenas, pero en las malas muchos más.

Ya en La Plata fue otra historia. El sábado 11 era mi cumpleaños y si bien estaba re bajoneada por el 3 a 0 de Rafaela, tenía que celebrar mi cumple. Así que me dediqué todo el viernes a preparar la comida, la bebida, a organizar todo como es de mi costumbre. También me dediqué a explicarle a Marce, el marido de mamá, porque había tomado la decisión de no ir al Bosque. Es que lo de Rafaela me pegó fuerte y me dije que pasara lo que pasara me iba a emocionar por demás, tenía miedo de que me pasara algo, y si era así, prefería que fuera en la casa de mamá.

El sábado ya era mi cumple y recibí muchísimos mensajes, mails y cartitas virtuales que me deseaban lo mejor, pero un par fueron los que me hicieron pensar, amigos que me decían “Samy, hoy cuando soples la velita, desea que gane el Lobo, si lo pedís de corazón, lo que deseas se cumple”. Y así pase el día, pensando en el domingo. Porque más allá de que era mí cumple y estaba feliz por todo el amor que recibía, no dejaba de pensar en mi querido Lobo. Debo decir, que fue junto con mi cumple de 15, el mejor cumpleaños que pase. Nunca pensé recibir tanto amor por parte de mi familia. No sabía que me querían tanto. Y bueno, se acercaban las 12 de la noche y ya se terminaba mi cumple. Así que llegó el momento de soplar las velitas, 28 por si alguien se lo pregunta, puestas sobre una torta blanca con decoraciones azules. Pero de que otro color podría ser la torta de cumple de un Tripero? Y bueno, comenzaron todos a cantar el clásico “que los cumplas feliz, que los cumplas feliz” y en ese momento me acorde de los mensajes de amigos “Samy, hoy cuando soples la velita, desea que gane el Lobo, si lo pedís de corazón, lo que deseas se cumple”, y por Dios que desee con tantas, pero tantas fuerzas que el Lobo diera vuelta el resultado que sentí que podía ser posible. Después bailamos y brindamos hasta las 4 de la madrugada, y en cada brindis, deseaba lo mismo. Me decía a mi misma, “lo habré deseado lo suficiente? Alguien más habrá soplado las velitas de su cumple como yo y habrá deseado lo mismo?”

El domingo me levante como resorte, y eso que nos habíamos tomado todo la noche anterior. Es que teníamos que festejar y brindar para que el Lobo de vuelta ese partido. Ustedes me entienden, no? Así que con una cerveza y unas pizzas, nos sentamos con mi vieja y con Simona a ver el partido.

A mi vieja no le duró nada estar sentada, empezó a lavar, a caminar, y ojo, que la vieja, es de River, pero como no amar al Lobo, si a su hija y a su nieta, por las venas le fluye sangre azul y blanca! Y así fueron pasando los minutos y yo sentada frente a la tele, llorando emocionada por ver como todo un Estadio alentaba sin importar lo que pase, por recibir mensajes de amigos que no tiene nada que ver con el Lobo, amigos de Boca, de Banfield, que me decían que el Lobo lo daba vuelta que me quedara tranquila, emocionada porque mi hija me dijo que íbamos a ganar porque cuando sople las velitas yo lo había pedido. Y ahí me acordé del deseo.

Dicen que cuando soplas las velitas se piden tres deseos. Yo pedí tres goles. Los tres goles mágicos que hizo el Lobo para dar vuelta el resultado. Entonces, después de recuperar el aliento y la conciencia luego del tercer gol, me levanté abrazando a mi vieja que estaba tirada conmigo en el piso diciendo mirá a tu “Gato” Sessa Sam, mirá a tus jugadores, pobre mi vieja, me le caí de rodillas de la emoción y no sabia que hacer para levantarme, ella también lloraba y ahí fue que yo le dije “Mami, sí se cumplen los deseos cuando son del corazón”. Y después vinieron los festejos, el llanto, el ver al “Pampa” en 7 y 50 como un hincha más, el abrazarme con gente que nunca vi, pero que sin conocernos nos unía el mismo amor. Y ahí en 7 y 50. Mirando a todo ese mar azul y blanco, sentí que la noche anterior, yo también puse de mí para que Gimnasia diera vuelta ese partido. Puse de mí para cambiar la historia. Será que entonces es cierto que el amor mueve montañas, pero saben una cosa, también provoca triunfos.


Samanta Soledad Sanabria. La Plata.-

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