domingo, 4 de abril de 2010

Amanece

Amanece, ya estoy despierto, va en realidad nunca dormí, las horas son interminables. Son las 8 de la mañana, tengo que ir a abrir el negocio y verdaderamente no tengo ganas de nada, en mi cabeza solo ronda una cosa y es lo que me desveló anoche. Nueve de la mañana empieza el movimiento de gente, yo trato de poner mi mejor cara.

Dame 2 pollos, pata y muslo ¿Cómo que no te quedan milanesas?

No señora no me quedan no hice a tiempo.

Y así puedo continuar por el lapso de 3 horas más, en realidad tenían que ser 4 horas, pero la ansiedad no me dejaba estar tranquilo, un rato antes de las 12 del mediodía mi señora me mira y me dice: baja la cortina y vamos sino vas a manejar loco.

Yo la mire y no me pregunten como en esas pocas palabras yo ya había bajado la cortina, puesto la puerta, apagado la balanza, después me di cuenta que dejé el cartel afuera, así que tuve que subir la cortina para entrarlo.

Guardo todo en la heladera, me lavo las manos, la miro a mi mujer y salimos. Fuimos hasta casa a buscar los cascos, mi tía ya había salido para la Plata, una vez en la calle Vergara mi corazón latía como las válvulas de la moto, pasamos Berazategui, Gutiérrez, Pereyra, y así hasta que llegué a plaza Moreno, ahí se me cruza un chevrolet 400 bastante maltratado pero tenia una salvedad, con la poca batería que le queda no dejaba de tocar bocina, el hombre que manejaba muy entrado en años agitaba una bandera azul y blanca , ahí fue cuando mis sentimientos se encontraron, de la ansiedad pase a la emoción en menos de un bocinazo .

Empecé a recordar cuando era chico y mi abuelo me llevaba a la cancha, esperar en la estación de Ezpeleta el tren. El viaje, caminar por calle uno para entrar al Bosque, comprar las semillitas de girasol. Mi primera bandera del Lobo escrita con aerosol.

Todo eso hizo que mientras daba toda la vuelta a la plaza mis ojos de llenaran de lágrimas.

Verdaderamente no sabía si era un sueño o una pesadilla, era verdaderamente algo imposible, todos los canales y radios decían eso. Victoreaban a un equipo del interior del país.

Entramos a la cancha, caminamos hasta donde estoy siempre, ahí saludo a todos, busco a mi tía, la saludo desde abajo, me dice que cómo había hecho para llegar temprano. Me rió y le digo cerré antes.

Le digo a mi señora si quería ir con ella, me dice que no que se queda conmigo.

Llegan mas conocidos, me saludan y me dicen si estaba loco que la había llevado a mi señora (¿que hincha de Gimnasia no esta loco?) Estaba por empezar la cuenta regresiva, a partir de acá ya no existía el uso horario, todo era muy raro cada uno decía de corazón lo que sentía.

Estábamos todos, los de siempre, los de a veces, los que por cábala se mudaron del lugar donde estuvieron todo el campeonato, los opinólogos (que insoportables che), y así infinidad de fauna tripera. Empieza el partido, lo primero que hago es mirar el cielo. Luego toco mi remera que tiene a mi virgencita de Guadalupe (pobre me bancó toda esa semana).

Desde ahí en más si ví quince minutos de los 90 es mucho decir, los nervios me hacían mirar para cualquier lado menos hacia el campo de juego, nervios, bronca, risas, llantos, insultos, discusiones, todo eso si vivía a nuestro lado siendo participe también de esas cosas .

Caminaba de acá para allá sin cesar mirando a cualquier lado todo se tornaba insoportable.

Mas pasaba el tiempo sentía que estábamos al horno al parecer el periodismo tenia un poco de razón.

GOOOOOOOOOOOOOL… abrazos, llantos, risas otra vez, emociones, pregunto quien lo hizo (obviamente mis nervios no me dejaban ver el partido).

Miro nuevamente al cielo festejando el gol con los que están alentando allá, el tiempo apremia pensaba y de repente nudo en la garganta. Camino nuevamente de aquí para allá, voy debajo de la tribuna, verdaderamente no tengo noción del tiempo, todas eran caras de preocupación nadie hablaba, es difícil de explicar lo que sentíamos, como si tendría que explicar lo que es ser de Gimnasia de repente. GOOOOOOOOOOOOOLLLLLLLLLLLLLL…

Sí, otra vez y más emocionado que nunca. Abrazos, aplausos, toda la familia tripera desencajada, pero ahí llegó el fantasma, ese fantasma de mierda, el que nos deja siempre en la puerta de todo y cambia la cerradura dos segundos antes de que lleguemos los triperos.

Siempre lo mismo decíamos la mayoría, el tiempo ya estaba, nuevamente emociones encontradas, a mí en particular se me empezaron a caer las lágrimas. Ya se había cumplido todo el tiempo, la gente no dejaba de alentar cada cual a su manera. GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLL siiiiiiii no era un sueño, lo que mas deseábamos llegó, abrazos interminables, llantos caídas, corridas. Lágrimas por todos lados… QUE ME IMPORTA LA GRIPE A ya estamos todos enfermos. Con decirles que me abracé con uno que no soporto, todo era descontrol. Festejos interminables, me arrodillo mirando el cielo, le agradezco a la lupita. Mi señora trataba de calmarme pero no podía, era ver a alguien a tu lado abrazarlo y festejar. Una vez nos tenía que tocar, termina el partido otra vez la locura se desata en la tribuna, los jugadores tampoco lo pueden creer, tiran sus camisetas, empujo a mi señora hacia un costado y cae la camiseta de Bangardino. Éramos 3 las que la disputábamos uno me mira y me dice es tuya. Otro se aferra a la manga y no la soltaba y entre mi pensaba. ¿Se la dejo? ¿Le pego a ver si la suelta? ¿A este me lo tengo que llevar a vivir a Ezpeleta , no la piensa soltar? Opté por cortarle la manga y que se la lleve (la manga)

Volví a la tribuna, siguió el festejo, era interminable, tampoco teníamos interés que termine, se abren las puertas del Estadio y lo que nunca, la gente no está agolpada para salir, todo lo contrario, nadie se quería ir.

Nos quedamos todos hablando del partido, yo aporté con los pocos minutos que mis nervios me dejaron ver, otros lo vieron completo, otros se lo imaginaron y OTROS se quieren matar.

Agarro mi celular y veo varios mensajes pero hubo uno en especial de un amigo hincha de Chacarita, decía así: RESPIRA GUACHO RESPIRA.

Tenia razón ya podía respirar tranquilo.

La vuelta hacia Ezpeleta tenía un sabor especial: todo el camino tocando bocina, gritando a quien se cruzara, con decir que íbamos por Pereyra no había nadie y también íbamos tocando bocina llegamos así a casa eufóricos. De más está decir que el lunes a la mañana fui hasta la estación a buscar todos los diarios, antes de abrir el local había sacado los precios y puesto todos los postres del Lobo habidos y por haber.

Esa semana de lo único que hablé fue de eso, eso de lo cual no me lo voy a olvidar nunca, del DIA que cambiamos la historia.


Cristian Celasco. Ezpeleta.-

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