domingo, 4 de abril de 2010

Como triperos

Cuando intento recordar la primera vez que fui a la cancha, viene a mí la imagen de mi papá, mi mamá, mi hermana y la mía vestida con una pollerita blanca y una blusa rosa con flores que me había hecho justamente mi mamá. No sé por qué esa imagen, o tal vez sí y tenga que ver con la familia unida por ese sentimiento en común que tenemos: la pasión por el Lobo.

A partir de allí innumerables "fotos" pasan por mi memoria. Los partidos con lluvia y todos refugiados bajo el paraguas de mi abuelo, las caravanas de colectivos rumbo a destinos a veces no muy gratos. Momentos de alegría y de tristeza, momentos indescriptibles, que permanecen intactos en el corazón.

Corazón que ha resistido como el de buena tripera, la emoción más grande que recuerdo haber vivido. Y sí, justo ese día en el que había nacido un tripero que tanto hizo por miles de corazones en el mundo, los corazones de los hinchas del Lobo iban a latir más que nunca de locura.

Ese 12 de Julio empezó temprano. Después de varias noches de sueño entrecortado azul y blanco, el día llegó. Corté la última rosa de mi jardín y la coloqué en el florero, como lo había hecho durante todo el torneo. Fui a visitar a mis abuelos que desde el cielo siempre nos acompañan y que seguramente esperaban como nosotros, con ansias, el comienzo del partido. Cruzamos saludos con infinidad de triperos que en autos, motos, bicicletas, colectivos iban al Estadio repletos de ilusión, entre cantos, bocinazos y banderas. Era una fiesta.

Y comenzó el encuentro. Esos más de 90 minutos son sólo y puros sentimientos, sensaciones, pulsaciones, dedos entrelazados, ojos empañados, gargantas anudadas.

Encontrarme en cada rostro de quienes estaban en nuestra casa, el Bosque y que a través de las imágenes de la televisión me hacían sentir entre ellos, si hasta vi a mi hermana entre tantos hinchas, de no creer!!! Cuanto nervio, no quería entrar la pelota y eso que pateábamos todos. Cuando terminó el primer tiempo no me bajoneó el resultado, después de todo la esperanza es lo último que se pierde. Es que en el aire, ese día se respiraba esperanza. Empezó el complemento y a los 28 minutos esa jugada concretada por tres históricos: “Chirola” que se la entrega al “Pampa”, el “Pampa” que tira centro, Alonso que la puntea y GOOOL. Ahora creo aún más que es posible. Y a los 44, ya con 9 hombres llega el centro de Aued y el cabezazo de Niell. A festejar pero a sacar enseguida, VAMOS QUE SE PUEDE!!! Y se hace el milagro con ese centro de “Cuevitas” y otro cabezazo de Niell a los 48. Claro que Dios estaba esa tarde en el Bosque sino como explicas que el más alto la puntee y el más chiquito la meta de cabeza? Algún día tenía que cambiar la historia. Tuvimos que esperar 40 partidos con los puños y los dientes apretados, prometiendo las cosas más insólitas, algunas hasta dolorosas, porque sino que gracia tiene.

Después el delirio. Un grito interminable, un llanto incontenible, un abrazo eterno y la necesidad de comunicarse como fuera con cada tripero cercano y no tanto. Era tal el desenfreno que hasta “Boby”, “Tango” y “Male” acompañaban con ladridos de alegría nuestros gritos.

No me pregunten si jugamos bien. Jugamos como hinchas, todos jugamos como hinchas. Todos transpiramos la camiseta y todos pusimos el alma. Los que estaban adentro de la cancha, los que estaban en las tribunas y las plateas, los que lo vimos por tele, los que escucharon la radio (como ese loco lindo que cruzó el auto por la avenida 72, se bajó y de rodillas gritaba y agradecía). Todos desde su lugar, en la tierra y en el cielo como TRIPEROS. Ustedes saben de qué hablo…


Sandra Rosales. La Plata.

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