jueves, 25 de febrero de 2010

12 de julio

Ante todo, me veo en la obligación de justificarme de lo injustificado: no soy cabulero. Enfermarme hasta los codos por pararme en el mismo lugar, usar la misma ropa teniendo en cuenta hasta el calzón, las medias, prenderme el pucho en el mismo minuto de juego, no lavarme los dientes antes del partido, decir la misma primer palabra del día y todas esas mierdas que te hacen creer que por eso, vamos a ganar… pero el Lobo se iba a la “B”, y comerme las gastadas de los pinchas, después de todo lo que sufrimos al lado de estos hijos de puta, no lo quería ni pensar, aunque era inevitable hacerlo. Sumado a que caminando dos semanas antes del partido con Rafaela, veo escrachado en 16 y 38 “próximo clásico, Almirante Brown”. Mirá que son forros, el ser humano es lo más choto que hay cuando hay que cagarse de risa de las desgracias ajenas. Tengo la gracia de haber visto al Lobo siempre jugando en primera, y pensarme jugando los sábados, no ver el resumen el domingo a la noche, y tener que verlo en los programas del lunes a la tarde… era insoportable. Que horas putas, ¿qué digo horas? Días, semanas, meses. La cuestión es que fue la primera vez que me imaginé jugando en la “B”, es así, todos los triperos teníamos los huevos en la garganta. Y no me vengas con nada. Somos triperos hasta el orto, íbamos a seguir alentando como siempre, o quizás más, pero igual, se nos caían las lágrimas de solo pensarlo. Y además, la villa acababa de ascender, y los vecinos chamuyando que en un año jugábamos contra ellos. ¡Cómo se la comieron! Pero bueno, ese día, solo había que esperar que el domingo terminara, cantar hasta morir, aunque sabiendo que era imposible darlo vuelta. Pero… Gimnasia es Gimnasia. Hago un breve repaso del camino recorrido hasta el inolvidable 12 de Julio.

A base de huevos y media sábana, el apertura fue un buen torneo en el que logramos conseguir un buen colchón de puntos, tanto que arrancamos la primera fecha del clausura fuera de todo. Fácil, no iba a ser. Nada es fácil para el Lobo, nunca lo fue, y nunca lo va a ser. No se si fueron los masones, o quién carajo, pero estoy convencido que hubo alguien que nos engualichó desde 1887. En eso si creo, o tal vez con eso también justifico lo injustificable.

La primera fecha del clausura fue un desastre, nos comimos tres en el coloso, con paseo incluido y ahí se nos volvió a fruncir el culo, porque pensamos que se había ido a la mierda todo lo que se logró en el apertura. Fue duro, porque ganamos un par de partidos después, y se pensaba que hasta estábamos para campeonar y todo… imaginate que hasta el “Fito” le pegó desde afuera del área contra Lanús y la pelota no les calló a los muchachos de la 22, fue por abajo, a ras del suelo(dicen que pegó en el “Pampa” y ahí entró, pero no jodan, le pegó Rinaudo) y entró, ese día inolvidable del 3 a 2 al granate en el Templo. Pero mierda, sufrimos ahí también. Sand nos clavó cuando todos los boludos estábamos acomodándonos en nuestros lugares de las cábalas… Fueron pasando las fechas, llegamos a la 8va, y teníamos que salir del Templo para ir a jugar a la heladera de mierda esa, contra los pinchas. Hacía 5 años que cada vez que entraba me decía para mí: hoy cambia, hoy se termina. Estaba todo dado, era el día de quebrar la mala racha que tenemos contra estos ojetudos: venían de capa caída, nosotros en franca levantada (hasta el “Olé” nos ubicaba campeonando, ¡que cosa che!), y si bien nuestro peso ofensivo no daba mucho miedo, a los vecinos les teníamos que ganar. Y bueno, como siempre, partido de mierda, los huevos en la garganta toda la semana (porque no teníamos tiempo de pensar en la 8va durante la 1ra o 2da fecha; en la situación que estábamos, teníamos que ir pensando fecha por fecha). Pero el clásico no lo podíamos perder. Ahora…¿cómo se le hacía un gol al sorete de Andújar? Porque, no jodamos, la defensa de ellos ponele que venían bien, pero son cuatro muertos. Y el Pampa tiró que les iba a clavar dos pepas. ¡Que lindo hubiera sido! Fue típico clásico, cerrado, jodido de entrar, pero con todo el folklore, ellos gastándonos con que nos íbamos a la “B”, nosotros recordándoles que cuando se pierde no se abandona y que se esfuercen por inventar algo alguna vez, porque quedaba feo que Gimnasia saque banderitas, los pinchas el próximo clásico lo hagan también, nosotros globos, el que sigue ellos, fuegos artificiales, después ellos. ¿Qué se les va a hacer? Habrán ganado todo, pero en cuanto a aguante y fiesta, como la gente del Lobo no hay ni va a ver nadie.

No jugamos bien, pero teníamos casi las mismas posibilidades, hasta que Cuevitas les hizo pasar una vergüenza terrible a los cuatro muertos, y a Andújar tirado, sin poder sacarle la bola que clavó. Gol, 1 a 0, y fiesta, se terminaba la racha de perder contra los mugrosos en la heladera. Pero no, casi. Los muy hijos de puta nos empataron en el minuto 52, si, 52 del segundo tiempo. Fue una derrota, y encima tenía que sumarle el cagazo de irme a la “B”, comerme otra vez las cargadas de enfrente.

Una vez más, Gimnasia salió. Nos costó como siempre, nos costó como nunca. Empates, muchos, triunfos, pocos y algunas importantes derrotas. Así fuimos a pelear lo que se pudo a Tucumán, contra San Martín. Era imposible, los tipos se hacían muy fuertes de locales, sólo la Academia le había ganado en La Ciudadela en lo que iba del torneo. Pero fuimos, y apareció ese cabezazo de “Teté”, ¡qué fenómeno!. Lloramos, gritamos, y ganamos. Mi viejo casi se desgarra, intentando empujar la pelota que el “Pampa” no metió faltando uno o dos minutos para que terminara el pleito. Pero bueno, volvimos con tres puntos de oro, tres puntos de Gimnasia.

Después jugamos en el Bosque y le ganamos a Vélez, con el karma que tenemos contra el “Fortín” hace unos años. El único equipo que le ganó al que iba a ser el campeón, y peleando por no descender, Gimnasia. Y el último esfuerzo, la última trecha del camino que veníamos recorriendo pagando platos rotos de torneos anteriores: a la Bombonera. Y quien otro más que Palermo nos iba a clavar… y Palacios, del que siempre se dijo que era hincha del Lobo, tuvo que ser aleccionado por el Gato, que le recordó lo que es ser hincha de Gimnasia. Pero antes del gol del ex pincha, tuvo su merecido premio el “Tornado” Alonso, que primerió como lo hacía en el 2000 en su primera etapa tripera, y lo dejó al Pato Abbondanzieri yendo a buscar la pelota al fondo de su arco. Y en el segundo tiempo les ganamos con gol del “Oso” Agüero. ¡Que huevos los de este muchacho! Volví a llorar, gocé otro partido más, el goce del sufrimiento. Pero ganamos en la Bombonera, y no es moco de pavo, y me chupa un huevo como venga Boca, ganar ahí, es demasiado jodido, y ni te cuento para nosotros.

Por último, Jujuy acá, última fecha ya sin chances de salir de la promoción, pero todavía no asegurado ese lugar, aunque casi imposible de perderlo. Ya los jujeños, descendidos, nos habían dado una mano ganándole a San Martín, lo que dejaba para la última fecha todavía abierto el panorama. Entré al Templo, y lloré. Y encima “Chirola” Romero se le adelantó a Nereo Fernández (con pasado en el Lobo platense) a los cinco, seis minutos y me hizo acelerar el ritmo del llanto. Fue 2 a 0, con otro de “Chirola” en el segundo tiempo. Ya estaba todo terminado, era esperar que termine el partido, nada más, para empezar a pensar (a sufrir) en Rafaela.

-Vieja, lavame la remera, que la necesito para el jueves.

Me acuerdo que el domingo llegué a casa, y empecé a pensar que Rafaela era un equipo de la “B” y que nosotros les podíamos ganar cómodo, teníamos la ventaja deportiva con el empate que nos favorecía a nosotros por ser de primera; empezamos a leer sobre Rafaela, y todos los diarios decían que solo se hacían fuertes de locales, y que de visitantes eran un fiasco. Soñé que les metíamos cinco allá, y que la vuelta en el glorioso Templo del Bosque iba a ser un trámite, para cumplir. Pero Gimnasia no fue hecho para esas cosas.

Jueves, arrancamos con un asadito en casa, con la familia. De visitante, era en casa, por la puta cábala, mi hermano como siempre, llevando el sentimiento de la familia a todas las canchas. En casa, la cábala. ¿Viejo? Presente, ¿Vieja? Presente. ¿Mariano? Presente. ¿Aníbal, Darío, Martín y Cristián? Presentes. Vino Pedrín, porque no lo quería ver solo. ¿Y cómo no? Si vivimos todo el campeonato juntos. Pero él no estaba en la cábala. Ya fue, era uno solo más. Pero no, cayeron David, el Garo, Augusto, Seba… ¿por qué tanta gente? ¡La cábala muchachos! La cábala quedó de lado. Teníamos que estar todos juntos, haciendo fuerza por el Lobo.

Qué cancha de mierda, le pegaba el arquero y llegaba hasta el arco del “Gato” Sessa, no había chánces, ellos sabían jugar muy bien ahí y Gimnasia no. Y bueno, le llegó la tarde a Visconti. No conforme con habernos clavado uno en el primer tiempo, nos hizo dos más en el segundo. Partido de ida, y Visconti nos hizo tres, tres abajo… ¿Cómo se remonta una cosa así? El primer tiempo perdiendo 1 a 0, no pasaba nada, en el Bosque nos los comíamos, no había problema… pero nos rompieron el orto, 3 a 0, y Gimnasia con un pie en la “B”. ¿Para qué? Se me vino a la sabiola el partido contra el Bolívar, por la Sudamericana, ese que perdimos 4 a 1 en la Paz y acá ganamos 2 a 0 el partido de vuelta, a un paso de alcanzarlos, pero que no llegamos… Se necesitaba un milagro… Esta vez, se necesitaba un nuevo milagro.

¡Como se pusieron los mugrosos! afiches, mails, mensajitos, cargadas de todo tipo. Después del partido nos quedamos con Pedrin hablando del partido, y terminamos hablando de política, siempre con el tinte futbolero. Dos pavas nos bajamos. Trago amargo. No lo lloré, no se por qué, pero no lo lloré. Se me vinieron a la mente todas las cargadas de los vecinos y después me dije que me chupaba un huevo, que yo iba a seguir siendo de Gimnasia, y que jugara en la “B”, en primera o en la concha de la lora, me importaba un sorete. Pero era mentira. Me dolía todo el cuerpo de pensar que descendía el Lobo. ¡La puta madre que los parió!

Del jueves al domingo fueron días especiales. Nunca había saboreado la sensación de jugar en la “B”, y ahora lo pensaba, porque teníamos equipo para ganarles, pero no 3 a 0. Le hicimos tres a Vélez, pero ellos nos hicieron 1, lo mismo que a Godoy en el apertura: en todo el campeonato no habíamos podido ganar por tres goles, y ahora teníamos que hacerlo. Todas estadísticas que uno busca para mentirse de que si pasó una vez puede volver a pasar, o justificar que Gimnasia puede hacer tal o cual milagro.

Y el domingo llegó. Arranqué para lo de Pedrin, para ir con él como siempre al Templo. En el camino volvimos a ver los afiches triperos, esos de la foto de todo el plantel diciendo “Porque al Lobo lo quiero, lo vengo a alentar, en las buenas, y en las malas mucho más”. ¿Y cómo no voy a alentarte Lobo de mi vida? Cada paso que dábamos acercándonos al Bosque, el nudo de la garganta iba creciendo. Agarramos la diagonal 79, como siempre. Y pasa un pelotudo, y nos grita ¿Qué te “pasha” Lobo? ¿Estás “nerviosho”? Pero porque no te vas a la recalcada concha de tu abuela sorete. ¡Como te entró después!!!. Llegamos al Templo, entramos, llorando. En el camino hablábamos que para tener alguna posibilidad, era necesario hacer un gol antes de los 10 minutos, porque si no iba a ser imposible. Pero con el Lobo los pronósticos no sirven, y ese 12 de Julio lo demostró. El cagazo que teníamos, ¡Por Dios!. Entré al Templo y me decidí que iba a verlo desde el mismo lugar de siempre, ese de la ochava donde antes estaba el inolvidable pino (Gimnasia es único, tuvimos tantos años un pino adentro del Estadio), ese al que me llevó mi viejo y me dijo: “de acá se ve bien”. Porque pensé en ir al lado del corner a amenazar a los jugadores de Rafaela con frases como: “ya tengo ubicada a tu familia hijo de puta, tirá mal el centro o están jodidos”. Si, yo había enloquecido. Pero tomé una savia decisión y fui a la ochava.

Terminó el primer tiempo 0 a 0. Quedaban 45 minutos, era soñar con un milagro. Llega la noticia al Estadio de que los forros estaban en plaza Moreno con globos negros y velas, para marchar después del partido. A los 20 minutos del segundo tiempo, con el partido 0 a 0, me caí derrotado en el querido tablón… lloré… me estaba yendo a la “B”. Estuve un ratito sentado, sin mirar el partido. Me levanté, le di la espalda a Pedrin, porque no aguantaba verlo llorando y que me vea llorando a mí. Cuando me paré, empecé a gritar, a cantar, a alentar desaforado, loco. En eso, lo echan a “Teté” González. Menos chánces todavía. Y arrancó la Hazaña Tripera. El Pampa jugó con el alma, con el alma enserio. Dejó todo, desbordó como pudo y tiró el centro para que apareciera el charrúa, Alonso. ¡GOL! La reputa madre que los parió. Sangre charrúa, para meter el descuento, a los treinta y pico. Faltaban 15, pero fue un buen pequeño desahogo. Y entra el CHIQUITÍN. ¿Cómo va a ser chiquitín, si es enorme? Lo echaron al Pampa. Jugó con el alma, y con el codo… Gracias Pampa. Defendían el “Oso” Agüero y Rinaudo, porque salió el paraguayo para que entrara el chiquitín. ¡Que huevos por favor! Ariel Agüero, Fabián Rinaudo. Gracias gladiadores. Y Aued corriendo como un maratonista, ayudando abajo, y llegando arriba. “Chirola”, con su inagotable amor por la azul y blanca. Gracias “Chirola”. Y arriba, gracias “Tornado” Alonso dejando la vida por dejar a su Lobo querido en primera. Y Cuevas. Revelación del torneo, una joya bien tripera. Gracias Cuevas. Lo que resta contar fueron dos ataques triperos, que parecía que avanzaba la mitad de la ciudad, atrás de los 9 luchadores, apoyándolos. Dos centros, que cabeceó el menos pensado, el jugador más bajito de la cancha. Franco Niell… hicimos el 2 a 0, y yo no sabía si gritarlo o no. Porque si terminaba 2 a 0, era comernos la chota del mundo (se me vino el partido con el Bolívar a la cabeza). Pero si bien teníamos ese cagazo, no veíamos posible, porque Gimnasia era una tromba. La crema ya no estaba en la cancha. Era Gimnasia y nada más. Y a los 46, Niell me hizo delirar. Lo imposible, se hizo realidad, el milagro se cumplió, en el Templo, ¿Dónde más? Gracias Niell, Gracias y mil veces Gracias. Volvió a cabecear otro centro, y adentro. Gimnasia 3, Atlético Rafaela, 0. Lloré… ¡Y dale Lobo, dale Loooo! Dos minutos más de parto, y el fin. Los globitos y las velas de la plaza Moreno fueron bien ubicados y en el Bosque se respiraba, como hacía más de un año no se lo hacía.

El celular volando, es una anécdota, los abrazos con todo el pueblo tripero, una marca. Gimnasia, se quedó en primera. Gimnasia, es de primera.

Gracias Gimnasia...


Gonzalo Ernesto Pocho. La Plata.-



1 comentario:

  1. Me encantó!!! Me emocionó mucho, me hizo sentir hasta en la piel (porque te juro que más de una vez se me puso la piel de gallina) tu pasión hermosa por Gimnasia...y por la vida!!!

    ResponderEliminar